La autoestima influye en todos los aspectos de la vida. Desde las relaciones interpersonales, hasta el éxito académico y profesional, es el cimiento donde construimos nuestras percepciones y sentimientos de manera satisfactoria.
Es la encargada de mantener estabilidad emocional en cada uno de nosotros. Cuando nuestra autoestima es positiva, somos seguros de nuestras capacidades y dignos de amor y respeto. Por otro lado, cuando es baja puede llevarnos a dudar de nuestras habilidades, sentirnos inseguros en nuestras relaciones y experimentar una sensación generalizada de la vida.
Identificar la baja autoestima en la niñez es un desafío, ya que los niños no tienen la capacidad de expresar sus sentimientos con claridad. Sin embargo, hay signos que los padres, referentes y maestros deben observar:
Autocrítica excesiva: los niños con baja autoestima tienden a remarcar sus errores y fracasos.
Evitan desafíos: prefieren quedarse en su zona de confort para no enfrentarse a la posibilidad de no cumplir las expectativas.
Falta de confianza: dudan de sus capacidades y habilidades, incluso si tienen talento o experiencia.
Búsqueda de aprobación: dependen del elogio de los demás para sentirse valorados.
Se aíslan: se sienten incapaces de relacionarse con sus compañeros o de hacer amigos.
Por ello, desde una temprana edad es fundamental fomentar una imagen positiva de sí mismos. Elogiar sus esfuerzos y enseñarles a manejar el fracaso como una oportunidad de aprendizaje. También, se debe proporcionar un ambiente seguro y de apoyo que los prepare para enfrentar los desafíos de la vida con confianza y resiliencia.
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