En el Día Internacional de la Mujer, es esencial reflexionar sobre las diversas formas de violencia que enfrentan en todo el mundo. A menudo, los piropos callejeros suelen pasar desapercibidos y son intrusivos, intimidantes, invadiendo el espacio personal y cosificando el cuerpo femenino.
Las mujeres merecen caminar por la calle de manera libre, sin ser objeto de comentarios sexuales y lascivos. Los piropos no son un cumplido; son una manifestación de poder y dominio.
Al normalizarlo, perpetuamos la idea de que el cuerpo de una mujer es un objeto público disponible para el escrutinio y el juicio de los hombres.
Es el momento de crear espacios seguros y respetuosos donde todas las personas, independientemente de su género, puedan vivir libres de acoso.
Juntos, podemos construir un futuro más justo e igualitario.
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