Es un vínculo emocional y afectivo de los padres hacia los hijos, siendo uno de los aspectos más importantes en la vida de ellos; juega un papel fundamental en su desarrollo emocional, físico y mental. Desde el momento en que nacen, los niños necesitan sentir la presencia y el amor de sus padres para crecer de manera saludable.
Este se manifiesta de muchas formas, contacto físico, palabras amables, tiempo de calidad juntos y la atención a las necesidades básicas del niño. Estas acciones ayudan a formar un vínculo afectivo entre ambos, creando un buen desarrollo cognitivo y emocional, garantizando una autoestima saludable, seguridad en sí mismos y habilidades sociales más desarrolladas.
Este amor no siempre se manifiesta de la misma forma. Los padres pueden tener diferentes expresiones para demostrarlo, lo que es completamente normal. Lo importante es que el hijo sienta que es amado y valorado, volviéndose más propensos a ser emocionalmente estables y a tener una perspectiva positiva de la vida.
Los hijos que crecen sin amor tienen un mayor riesgo de problemas de salud mental, ansiedad, depresión y trastorno de estrés postraumático; también tienen dificultades para formar relaciones saludables ya que no han experimentado una relación amorosa y positiva en su infancia.
En resumen, los padres son la base del bienestar emocional de sus hijos, y tienen que tomar el tiempo para demostrar su amor de manera efectiva asegurándose de que ellos sientan su amor y atención de manera permanente y consistente.
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